Relaciones de pareja
Seguramente si estás leyendo este artículo es porque has sufrido una ruptura sentimental o estás viéndola venir. Si no es tu caso, espero que te pueda ilustrar algo esta entrada de blog.
Antes de hablar sobre ello déjame que te explique un poco qué son las relaciones de pareja.
Pues bien, una relación de pareja o relación sentimental es una especie de contrato, explícito o tácito, en el que dos (o más personas si encuadramos el poliamor aquí), un vínculo que se establece que asume un cierto compromiso, intimidad y pasión. Si quieres saber más sobre cómo la psicología entiende el amor completo te invito a leer sobre el Triángulo de Steinberg.
Así pues, las relaciones asumen en mayor o menor medida tres de estos ingredientes principales, o al menos debieran estar presentes en las relaciones más formales. En las informales suele ausentarse el compromiso.
Aun estando presente todos los requisitos, faltando alguno o estando deteriorados sin estar ausentes, no estamos exentos de dolor en la gran mayoría de las ocasiones en las que este vínculo se pierde o se decide romper. Incluso cuando se produce la ruptura de mutuo acuerdo.
Las rupturas de pareja
Si algo tenemos claro en este siglo es que existe el derecho de separarnos en caso de que la relación no esté funcionando o no nos haga felices. Miremos décadas atrás, en las que el compromiso de una relación estable y duradera obligaba a continuar la relación aun cuando las circunstancias fueran realmente estresantes o insostenibles, bajo condena social y familiar.
También es cierto que hoy día la cultura de la inmediatez, los medios de comunicación de alcance mundial, y la percepción de amplias redes sociales generan mayor sensación de posibilidad de cambio, acelerando en algunas ocasiones las rupturas en las parejas que no saben cómo enfocar una relación o atraviesan dificultades.
Las rupturas nos enseñan pero hay que pasar por un recorrido de emociones y aprender.
En otras palabras, la cultura ha evolucionado desde un modelo en el que las rupturas eran mucho más que el último recurso en caso insatisfacción (o ni siquiera era un recurso) a un modelo en el que el derecho de separación puede ejercerse con mucha más facilidad que antes. Desde luego, en ambos modelos han existido y existen excepciones: padres o abuelos que han podido separarse sin mayores dificultades o condena familiar, o relaciones de jóvenes que a pesar de ver su relación tormentosa se ven incapaces de romper.
He terminado una relación de pareja
Tanto en el caso de que hayas puesto fin a la relación, como en el caso de que no hayas podido decidirlo, o incluso en caso de que haya sido un mutuo acuerdo, permíteme decirte que puedes y debes experimentar cierta tristeza.
Ya, Víctor, pero ¿y si estaba deseando romper y ha sido la mejor decisión de mi vida? En ese caso te daré la enhorabuena, y no por ser la mejor decisión y haber comenzado el duelo desde mucho antes de la ruptura estés exento o exenta de sentir emociones desagradables como la tristeza, rabia, rencor o soledad.
Lo cierto es que estas son sensaciones que, no solo son desagradables, sino que son necesarias para poder elaborar la pérdida y la readaptación del cerebro a una nueva etapa.
Seguramente hayas visto la película Del Revés, de Pixar. Si no la has visto me temo que no voy a evitarte el Spoiler. Solo puedo escribir una vez más Spoiler: al final de la película la protagonista por fin logra conectar con la tristeza, emoción que le fue necesaria para poder elaborar la pérdida de todo lo que dejó atrás en su ciudad. Solamente a través de la tristeza pudo darse cuenta de que no estaba sola, que seguía siendo querida por sus amistades y familia. Debo decirte que es una película muy bien pensada, te la recomiendo ver nuevamente, pero desde la óptica de la importancia de cada emoción. Moraleja de la película: cada emoción está para algo y es tan importante como la alegría, que da a veces la impresión de que es la única emoción deseable.
En definitiva: cuando se rompe una relación es normal y necesario conectar con estas sensaciones. Tomándonos nuestro tiempo, pero sin negar que están ahí.
Además, esto no va de que sea justo o injusto (sea el caso, por ejemplo, de cuando nos dejan de mala manera, que nos parece injusto derramar una lágrima por una persona que no lo merece, pero no tiene nada que ver).
Si es un duelo, por definición, tiene que soler.
Qué hacer si has roto con tu pareja
En primer lugar, aceptar que estamos en un mal momento, que nos sentimos vulnerables, y es normal que estemos algo desorientados. No pasa nada por estar mal (tristes, con rabia, soledad, rencor, apatía, con melancolía…).
En segundo lugar, tienes que cuidarte. Las personas que están conmigo en terapia están hartas de escuchar esta palabra: Autocuidado. Muchísimo autocuidado. Y esto significa permitirnos estar mal, PERO tratarnos bien, precisamente con mayor motivo si estamos mal (al contrario de lo que suele suceder, que le restamos importancia al malestar o nos hacemos daño por estar mal al quedarnos aislados de la gente o culparnos). Significa conectar con nuestras redes de apoyo, seguir comiendo, respetar hábitos de sueño, de higiene personal, tomarte descansos cuando lo necesites, tomar el sol saliendo a la calle.
El deporte va a ser un gran aliado en las rupturas, ya que liberamos endorfinas, oxitocina, dopamina y serotonina (en resumen, hormonas y neurotransmisores implicados en el placer, vigilia y felicidad).
Distraerte no significa olvidarnos de lo sucedido, sino de dejar espacio reservado para pensar en lo sucedido en lugar de que el día se convierta en un discurso rumiativo en el cerebro sobre lo que pasó o dejó de pasar en la relación. Tiene que haber un tiempo para pensar sobre ello, evidentemente, porque si no estamos bloqueando lo que sentimos e impedimos procesarlo.
¿Sentirlo y pensarlo? Sí. ¿Todo el rato? No. ¿Y distraernos todo el tiempo posible para estar bien todo el rato? Puedes intentarlo, pero no te lo aconsejo, habrá que procesarlo tarde o temprano.
Y, por último, seguramente hayas oído hablar del contacto cero. ¿Sirve? Sí, sirve porque nos permite salir de un estado similar al síndrome de abstinencia. La mala noticia (que realmente no es mala) es que es difícil de sostener y provoca aún mayores ganas de retomar el contacto; es como dejar de fumar, que cuanto más tiempo pasa sin fumar aún más ganas sientes y más argumentos a favor encuentras (estoy ansioso, por uno no pasa nada, de algo hay que morir, solo será hoy, ni que fuera el fin del mundo, lo hago porque quiero y no por necesidad… etc.).
Resistirse es fastidioso, pero permite al cerebro elaborar la pérdida, reestablecer redes neuronales y reorganizar el funcionamiento del sistema de recompensas, es decir, ser menos sensibles a la recompensa de pasar tiempo con tu expareja y poder aprender a que te recompense el cerebro por otras actividades o personas que, durante el duelo, reportan menos felicidad de lo esperado.
Cuánto dura el duelo por una ruptura
La pregunta del millón. Habitualmente puede pasar entre 6 meses hasta 2 años, pero existen muchos factores que condicionan la recuperación como evitar el contacto con la expareja, tratarnos bien durante el duelo, experimentar la tristeza sin negarla ni bloquearla, tener una red de apoyo buena, evitar recaídas retomando el contacto (o el sexo casual, hablemos claro), la aceptación de lo sucedido, la ayuda psicológica, el tiempo de maduración de la ruptura antes de producirse (lo que se llama empezar el duelo antes de romper) o el tiempo que durase la relación antes de la ruptura.
Quizá te preguntes cuándo podemos dar por superada una ruptura sentimental. La clave de una superación no es el olvido ni el bloqueo de las sensaciones asociadas al recuerdo o a la persona, sino que se produce cuando hay aceptación y entendimiento de lo sucedido. A través de la aceptación de lo sucedido y de nuestras sensaciones, pasando por el autocuidado, los recuerdos nos evocan cada vez menor tristeza, menos sensaciones desagradables.
Lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia, pero no una indiferencia desde el orgullo, sino desde la comprensión de que lo sucedido no nos lastra, no nos condiciona la vida y no significa nada negativo sobre nosotros. La emocionalidad disminuye muchísimo y nos permite afrontar la vida sin el miedo o las dudas que nos generó la relación anterior.
Además, un dato interesante: las mujeres suelen sufrir más durante el duelo al principio, pero suelen desatascar el proceso antes que los hombres, los cuales suelen sufrir la pérdida con menos intensidad, pero quedan enganchados con más facilidad al duelo y a la persona con la que han terminado la relación.
Lo importante no es cuánto dura, sino cómo nos cuidamos en ese tiempo para que cicatrice la herida.
Si estás atravesando por una ruptura y está resultándote complicada de superar te voy a pedir, en primer lugar, tiempo. A veces las rupturas se alargan muchísimo precisamente por no estar cuidándonos o no terminar de romper el contacto, por lo que cuando empezamos a hacer las cosas bien para superarlo nos puede la impaciencia, pero es justo en este momento cuando empiezan a elaborarse las cosas de manera adaptativa.
Espero que esta entrada te haya gustado y te haya podido aportar nueva información sobre cómo funcionan las rupturas. Lógicamente, si te encuentras en un proceso difícil y no logras saber cómo salir de la situación siempre es bueno pedir ayuda profesional para salir del shock o para gestionar las emociones relacionadas con la pérdida.
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