Sexología

victor santiago Torrente

Por Victor Santiago Torrente

Soy Psicólogo con nº de colegiado AO11695
Mi formación me permite ejercer como psicólogo y psicólogo sanitario. Especialista en Terapia EMDR, Terapia sexual, psicólogo infantil y psicólogo para adultos, entre otras especialidades.
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Ante de nada, y como siempre digo, este texto es meramente informativo. Está muy bien que te informes para saber qué puede estar pasando, pero la ayuda de un psicólogo es vital para tener una progresión positiva.

La erótica, la sexualidad y el género son conceptos totalmente distintos y necesarios para entender la Sexología.

Víctor Santiago Torrente - Doctoralia.es

Tener sexo, tener deseo sexual o mostrar interés sexual no es lo mismo, y en nuestra sociedad son cada vez más los términos en referencia a la sexología los que nos despistan. Cuando queremos hablar de sexo surge un tabú entre algunas personas, mientras que en otras surge un deseo de poder hablar del tema abiertamente mencionando distintos conceptos que acaban por resultarnos caóticos, parecidos y confusos al mismo tiempo.

Falta de interés sexual

Muchas personas acuden a consulta por el mero hecho de no tener deseo sexual, pero también lo hacen por no conocer exactamente qué es el deseo sexual, de manera que es un tema que les está interfiriendo en sus vidas de manera negativa. Y es que el deseo sexual es un hecho que merece que dediquemos atención en un solo post, así que me he animado a contarte un poco más sobre esto, ya que está implicado en la mayor parte de los problemas relacionados con el sexo o trastornos de disfunción sexuales más frecuentes que se suelen presentar en las consultas psicológicas.

Por otro lado, muchas personas acuden por otra serie de cuestiones que les provocan una falta de disfrute durante el sexo, ya que pueden existir diversas disfunciones. En la mayoría de los casos (para bien o para mal), suelen ser aspectos psicológicos que inciden en el desarrollo de la actividad (o vida) sexual de la persona. Estas cuestiones se denominan disfunciones, generalmente.

Existen diversos tipos de disfunciones, tanto en la mujer como en el hombre, y es por su desarrollo que se impide poder disfrutar de relaciones sexuales sanas.

Hablemos, en primer lugar de la falta de interés sexual. Para ello, debemos hacernos la primera gran pregunta.

Como es costumbre, suelo lanzar la pregunta muy clara y en letra grande:

¿Qué es el deseo sexual?

Es algo más complejo que las ganas de tener sexo, pero sí, consiste básicamente en el deseo de tener relaciones sexuales con otras personas (o con uno mismo, aunque te resulte curioso).

El deseo sexual es un impulso básico biológico que se desarrolla cuando la persona va creciendo. Aproximadamente a partir de los cuatro años es posible desarrollar los primeros impulsos sexuales, a través del descubrimiento del placer genital u otras formas de excitación erótica, aunque es más frecuente que se dé a partir de los 6-7 años. Desde entonces, este deseo se va a ir modulando en función de una serie de experiencias clave y otra serie de aprendizajes que nos moldean desde temprana edad hasta la adolescencia y etapa adulta. Algunos de estos aprendizajes son los estilos de apego, pero dedicaremos una sección específica para este tema en este artículo.

La sexualidad es el área de la persona que implica la manera de vivir los impulsos y deseos sexuales de la persona, así como su forma de practicarla. Cosa distinta es el género (identidad asociada a roles masculinos o femeninos, por convención social), orientación sexual (la preferencia de una persona por uno o ambos sexos), o la identidad sexual (sentirse identificado con el cuerpo de mujer o de hombre). Podríamos perdernos en estos términos, pero creo que valía la pena diferenciarlos del tema que nos atañe.

En resumen: el deseo sexual consiste en la forma de vivir la práctica sexual, nuestros deseos e impulsos sexuales.

Ahora que podemos diferenciar un poco mejor qué es esto del deseo sexual, cabe preguntarse:

¿Y si no tengo suficiente deseo sexual?

Mucha gente acaba con una segunda pregunta tras esta: ¿seré asexual si no tengo apenas deseo sexual? Entre todas las posibilidades, esta es una, pero no tiene por qué ser así (ni sería malo, simplemente sería una característica tan normal como cualquier otra).

Si no sientes suficiente deseo sexual, esto puede deberse a múltiples factores. Te expongo algunos de ellos:

  • Falta de interés en determinadas personas.
  • Falta de interés en algunos atributos sexuales.
  • Experiencias desagradables en el pasado con el sexo.
  • Una relación inestable o mala con tu pareja sexual.
  • Un cúmulo de estresores.
  • Bajo estado de ánimo, tristeza, anhedonia.
  • Estar recibiendo un tratamiento farmacológico.
  • Mala autoimagen corporal.
  • Bajos niveles de hormonas sexuales.
  • Enfermedades médicas como la diabetes.
  • Menopausia.
  • Problemas de vejiga.
  • Embarazo, parto o lactancia.
  • Haber sufrido abusos sexuales.

En todos estos casos, es frecuente sentir una disminución del interés por el sexo. Cuando se reúnen una serie de requisitos clínicos, podría hablarse de un Trastorno de Interés Sexual Hipoactivo. Tener falta de interés sexual puede ser algo transitorio, fácilmente explicable, y desde luego reversible. Y, huelga decir, no necesariamente tiene por qué suponer un trastorno.

Cierto es que, tema aparte, pudiese existir el caso de que la persona no experimente deseo sexual hacia las personas, cualquiera sea su género o sexo, lo cual podría llevar a la conclusión de que se trata de una orientación sexual denominada asexualidad, tan normal como la heterosexualidad, homosexualidad, pansexualidad, etc. 

Las disfunciones tienen su función; explicarte que algo en la cabeza debe cambiar.

¿Qué hago si tengo poco deseo sexual?

En estos casos, suele ser habitual un trabajo desde la erótica de la pareja o la erótica con uno mismo. Esto es, desarrollar actividades y prácticas que aumentan el deseo hacia la erótica, partiendo de la base de existir un impulso biológico adecuado, el impulso sexual. Aunque disminuido, este sigue existiendo en la mayoría de personas, de manera que la forma más adecuada de proceder ante un caso de falta de interés sexual es generarlo a través de estrategias que aumenten las sensaciones de placer, así como otra serie de estrategias que lleven a aumentar la complicidad, variedad o disfrute mutuo en la pareja, a la concentración en el estímulo erótico y no en otra serie de pensamientos que pudiesen ser distractores.

Como siempre digo, este tipo de dificultad puede ser resuelto de manera espontánea o con trabajo personal independiente, aunque si esto no es así, siempre es necesario que la valoración de una persona especialista sea indicada para poder avanzar, sobre todo para no generar más frustración por los intentos fallidos.

La falta de interés sexual tiene, por tanto, una manera de presentarse común, aunque pudiese venir de distintos orígenes. Y, en la mayoría de los casos, la solución es posible… y bastante entretenida.

El problema no es el sexo, es cómo vivimos el sexo.

Si bien, hemos hablado de la falta de interés sexual, también debemos pararnos a explicar acerca de las disfunciones.

¿Qué tipo de disfunciones sexuales existen?

En la mujer y en el hombre, hay distintos tipos de disfunciones.

En la mujer existen los siguientes trastornos:

  • Anorgasmia: incapacidad para alcanzar el orgasmo.
  • Vaginismo: contracción de los músculos vaginales, dificultando o impidiendo el acceso carnal.
  • Trastorno por falta de excitación sexual: dificultad o incapacidad por disfrutar de relaciones sexuales, ausencia de placer o placer muy disminuido.
  • Aversión al sexo: miedo acentuado y/o asco, preocupación por el acto sexual.
  • Dolor genital durante el acto sexual.

En el hombre están las disfunciones denominadas:

  • Disfunción Eréctil: incapacidad para mantener una erección.
  • Eyaculación Retardada: retraso en el momento de la eyaculación, pudiendo derivar en la siguiente clasificación.
  • Anorgasmia: incapacidad para alcanzar el orgasmo.
  • Eyaculación precoz: eyaculación producida en pocos segundos de relación sexual o excitación genital.
  • Dispareunia: dolor durante el sexo.

¿Qué hacer si tengo una disfunción sexual?

En primer lugar, mantener la calma. Disfunción es una palabra muy alarmante y muy estigmatizada. Tanto mujeres como hombres pueden padecer diversos tipos de disfunciones, que no son otra cosa que formas de funcionar en la conducta sexual desajustadas. Lo desajustado se ajusta, no hay problema en ello, y son más comunes de lo que parecen.

Sin embargo, en la sociedad existe el tabú con respecto a las disfunciones. Lo que nos venden muchos medios de comunicación (por ejemplo Netflix) es que el sexo es algo espontáneo, fácil y natural, y que ningún otro factor que no sea el disfrute puede interferir. La realidad no es esa, y dado que las disfunciones tienen que ver generalmente con factores psicológicos, son estos componentes los que nos pueden dificultar la comodidad para nuestra vida sexual.

En segundo lugar, si es algo que te está dificultando la función y disfrute del sexo, sería muy recomendable acudir a algún profesional familiarizado con problemas de naturaleza sexual.

En tercer lugar, paciencia, estas cosas pueden explicarse por diversos factores. Algunos son de tipo orgnánico (alguna enfermedad), farmacológico (algún medicamento como ciertos antidepresivos, y en ciertas personas), psicológicos (bastante habituales), o de condición física (una obesidad que provoque fatiga durante el sexo).

Pudiendo deverse a uno o varios factores, lo importante es conocer que son problemas que pueden tardar más o menos en solucionarse, pero la puesta en mano de un especialista es fundamental, ya que en ocasiones puede remitir el problema de manera natural, mientras que otras puede perpetuarse, generando una evitación del sexo y provocando malestar en la vida personal, social y de pareja.

Víctor Santiago Torrente - Doctoralia.es
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